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El debut del Club Wilstermann en la segunda división del fútbol boliviano es noticia. El equipo con más hinchada de Cochabamba y con adherentes en todo el país comenzó su andar en el modesto torneo con una derrota ante Nueva Cliza. Este cuadro provincial se debió esforzar al máximo para ganar al, hasta hace pocos meses, equipo de los “grandes” de este deporte en Bolivia. Y así lo
harán todos los equipos de esa categoría para mostrar su capacidad ante un prestigioso rival inesperado.
El Jorge Wilstermann, club de los grandes con numerosos trofeos en sus estantes, sufre su tiempo de vacas flacas por la mala gestión de dirigentes y técnicos, y también jugadores. Todo se ha unido para verse ahora jugando con los clubes a los que miraba desde arriba. Y, ayer, en el comienzo del campeonato que disputa con ellos, se “gana” una derrota.
El retorno a la Liga del Fútbol Profesional, que es la primera división de este deporte boliviano, es su objetivo y la esperanza de sus hinchas. El primer paso en falso no puede considerarse como el derrotero del resto del campeonato; pero debe ser una llamada de atención al club -dirigentes, técnicos, jugadores- para reconsiderar su conducta.
Se podría decir que este club precisa ya no un cambio de rumbo, sino una revolución.
Durante los últimos tiempos sufrió de una dirigencia errática que se reflejó en el cambio de técnicos y el desaliento de los jugadores. Y como guinda de la penosa torta, su participación en la Copa Libertadores de América, presentaba un equipo de jugadores extranjeros que vestían la camiseta roja como una eventualidad, carente del deseo de lucha que es una de las condiciones para jugar, conquistar y reconquistar a los aficionados, aunque se lleve derrotas; éstas, perdonadas, siempre que el equipo dé todo de sí en la cancha. Después de todo, el fútbol no es un juego de estricta técnica y estrategia: tiene su cuota de azar.
Los jugadores que salen a la cancha deberán tener un fuerte apoyo de la dirigencia -hoy muy criticada, con razón- y sobre todo de las miles de personas que se identifican, sufren y se alegran con la actuación de su equipo.
Si así lo hacen podrán gozar de ese apoyo aun cuando le espera un campeonato “de segunda”. El amor correspondido es un sentimiento que se brinda en las buenas y en las malas.