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La crisis terminal de Wilstermann ya no se resolverá ni con la renuncia obligada del embaucador Gary Soria, el delito está consumado.
Muchos son culpables, por acción u omisión, pero los principales Grover Vargas y Gary Soria, con sus adláteres.
Grover Vargas, en la última etapa de su larga gestión, despilfarró el patrimonio del club, maquillando la estafa, con la construcción de la sede, el proyecto fallido de un complejo y títulos logrados a un escalofriante costo.
Tuvo todavía la desfachatez de tramar un sombrío y maquiavélico plan, para traspasar la presidencia a un fantoche que ni reunía los requisitos, pero con la complicidad de la Federación de Fútbol consumaron una elección antidemocrática que les pesará por siempre a los manejadores de la barra delincuencial.
Fueron tres millones de falsas y vanas ilusiones, desde el último día de mayo 2022 que se arrastra hasta hoy, con una agonía de punto final incierto, como si se trata de un cadáver insepulto en el que participaron, de buena o mala fe, muchos de los que dicen querer fanáticamente a Wilstermann.
El presidente de la FBF que es producto de elecciones amañadas y beneficios, como sus antecesores, se declara defensor de la institucionalidad, para no intervenir en el caso Wilstermann, cuando resulta ser el principal responsable porque preside un ente que otorga licencias de funcionamiento, sin que los clubes cumplan las normas y avala elecciones fraudulentas, con resultados desastrosos como está sufriendo el aviador condenado.
Dentro el caos, fomentado por ellos mismos, los federativos hablan de 17 equipos “profesionales” para el campeonato 2023, pero internamente están seguros que solo serán 16, porque Wilstermann no podrá superar sus graves problemas económicos.
A los 6 puntos ya perdidos, se irán restando otros, hasta decretar el descenso que significará la desaparición de un emblema de Cochabamba, como el LAB, institución donde nació.
Pondero el esfuerzo de seguidores, que arriesgando inclusive su prestigio personal, desesperadamente intentan hacer algo, pero todo conspira para inviabilizar la hazaña.
El impostor Gary Soria, que parece un zombi, ningún insulto le afecta, no tiene dignidad ni vergüenza, es parte de esta tragedia que tendrá un final muy doloroso.
Mis circunstancias
MOISÉS REVOLLO
Periodista deportivo
moisesrevollo@yahoo.es